El artista Alberto Nuño presenta su libro de gran formato “Esculturas Gritones”, con 80 de sus esculturas en bronce.
Una reinterpretación artística y contemporánea sobre el grito como manifestación vehemente de los sentimientos de la humanidad es la que viene trabajando el artista Alberto Nuño desde hace varios años, que ha plasmado en más de cien esculturas de bronce y resina.
De ese trabajo, Nuño selecciono 80 de las esculturas que conforman el libro de gran formato que acaba de publicar titulado Esculturas Gritones.
El artista tolimense cuenta que una de las principales fuentes de inspiración para esta nueva serie la encontró en una investigación de casi 15 años sobre los “gritones”, los trabajos de artesanos de las culturas indígenas capulí y piartal, de Nariño.
“hay varias versiones. Unos dicen que era un grito para pedir lluvias, otros que el artesano era el vocero del chamán cuando hacia sus rituales, y que las figuras eran una metáfora para sacar las malas energías”. Explica el artista, relacionando su dialogo con otros casos similares en las culturas tairona y chihuahua (México) y con ejemplos de la historia del arte como el famoso cuadro El grito, de Munch.
Pero esta propuesta de Nuño parte de las tradiciones históricas para hacer una lectura artística contemporánea. “No quiero que sea solo el grito de los indígenas, sino un gritón que se incorpore a todo lo que estamos viviendo y sintiendo”, explica el artista, cuyas obras en bronce están trabajadas con la técnica de la cera perdida.
Es el caso de las piezas Hombre amarrado y Silencio, que muestran el torso de un hombre inmóvil por unas cuerdas y el de otro con la boca llena de clavos, que simbolizan de cierta forma, el dolor del conflicto.
“Yo conjugo el verbo gritar y al final digo ellos ya no gritan, porque fuerzas oscuras lo callan”. Por eso me pareció interesante llenarle la boca de clavos. El otro es el hombre torturado, el hombre secuestrado”, anota Nuño, que se aventura a lanzar una frase contundente: “Por eso ojalá que este grito sea tan fuerte, aunque no me gusta meterme en política, que llegue a Cuba.
En otras piezas está presente la crítica a la burguesía, a través de la figura de la infanta Margarita; al maltrato animal y el tributo a la mujer en sus diferentes facetas (maternal, modelo y prostituta) y a maestros que lo han influenciado como Piero della Francesca.